miércoles, 26 de octubre de 2016

Escrituras mías II

Rafael iba caminando por el bosque rocoso y verdoso lleno de espinas. La piel se le empezó  a escarapelar cuando vio de cerca un riachuelo a todo un batallón de militares muertos, el olor putrefacto era nauseabundo, se acerco a uno de ellos que aun votaba sangre por la boca y podía respirar. — Señor que ha pasado aquí dijo Rafael. El soldado sonrió agarro su pistola y sonriendo macabramente, gritando: ¡Es la guerra! ¡Es la maldita guerra!, ajusto el gatillo y se disparo inexplicablemente . Rafael  se quedo helado de lo sucedido, corrió del lugar lo más rápido posible. Mientras corría observo en el cielo  colores,  vio imágenes estrechamente sexuales, fue  recuerdo amargo para Rafael, pero cuando cerró los ojos  cayó en un vacio, se desprendió del tiempo, cuando de un de repente su mente empezó a crear imágenes  de círculos, cuadrados, elefantes gordos y flacos reventándose y formándose en fila de colores, ancianos  rejuveneciendo, se intensificaba las imágenes que cada vez  más, él creía que las podía tocar  y las podía oler. Rafael se quedo un instante quieto cerrando los ojos fuertemente, se sentía feliz por un momento al verse desconectado del mundo en que vivía,  cuando los abrió estaba contemplando, el cristalino espejo del lago donde refleja  mundos paralelos e inciertos de su devenir,  el destello del  cielo que apenas iluminaba la tarde hizo apresurar a Rafael e ir a su casa. Rafael  vivía en un pueblo llamado AwTyaka  un pueblo desconocido  que se pierde por si solo en los mapas, es como si tendría vida y se quisiera esconder de todo, el lugar es  frondoso en el invierno parece que las hojas no mueren sino toman el color blanco. Awtyaka  es el pueblo más apartado de todo mal globalizado, las personas de ahí se autosostienen de sus recursos, todos reciben por igual, se mantiene aun la dignidad humana de no explotar al hombre por el hombre, solo existe un único sendero para que los pobladores extraigan cosas necesaria de afuera  los desconocido, lo misterioso, lo ya depravado por el ingenio del  hombre, pero la gente prefiere no hacerlo lo más preferible para ellos es estar dentro, allá afuera todo el mundo está sabio, cuerdo, aburrido, no se puede hablar de nada su nihilismo  vence. Rafael llego a su casa, su mama le esperaba con la cena, cayó la noche,  un estruendoso sonido se sintió en la puerta  era  Cloy padrastro de Rafael, un hombre fornido amargo, falocentrista, conservador y callado no hablaba más  que para decir comentarios sexistas, futbol, trabajo, porque él dice lo demás no existe  la familia se une a mi  esta familia vive gracias a mi. Sentados juntos los  cuatro, el ogro de mi padrastro, mi madre tan noble, mi hermano Cesar quien trabaja en una fabrica del pueblo y yo estudiante recorriendo la pubertad,  que pretende  conocer  el mundo a través  de la sensibilidad, placer y curiosidad.
Sabían que estamos  en guerra con unos extraterrestres dijo Cloy.
Yo  escuche que eran orcos, demonios, moustros o algo así dijo Cesar sonriendo.
Allá  dentro de las colinas a menos de 2 kilómetros del lago  vi un batallón de soldados muertos,  golpeando fuertemente la mesa su padrastro dijo: tú que hacías  en ese lugar, respóndeme, solo andaba por ahí respondió Rafael.  Sal de la mesa  y te vas de frente para tu cuarto a dormir, nada de lecturas por hoy. Rafael al verse desconectado de la irrealidad abandono  su ética del buen hijo, siguió sus instinto de libertad captura la esencia de ir en contra del patriarcado así que se emano al mundo tangible de la fantasía de los libros.

Cuando todo iba tan intensificado y real, varios sonidos se reprodujeron cerca a la ventana  del cuarto de Rafael, el solo se quedo observado su ventana, pero de un de repente sale un destello luminoso que cegó a Rafael por un momento… 

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