El paisaje de la Historia
John Lewis Gaddis
John Lewis Gaddis
es representar
la realidad, es decir, pasar por alto los detalles, buscar modelos más
amplios y considerar cómo se puede utilizar con fines propios lo que se ve. El
mero acto de representación hace que uno se sienta grande, porque uno mismo es
el responsable de la representación: es uno quien debe hacer comprensible la
complejidad, primero para sí mismo y luego para los demás. … ( página 25)
Como ha señalado su biógrafo Jonathan
Haslam, la idea
de «progreso» de Carr en la
historia del siglo XX
tendió
de un
modo desconcertante a asociar esa
cualidad con la acumulación
de poder en manos del Estado.Pe ro en
¿Qué es la historia?
Carr expuso un argumento más amplio y
menos controvertido:
el de que, si podemos ampliar el
espectro de
experiencias más allá de lo que hemos
encontrado como individuos,
si podemos inspirarnos en las
experiencias de otros
que han afrontado situaciones
comparables en el pasado,
nuestras probabilidades de actuar con
sabiduría, aunque no
están garantizadas, aumentan
proporcionalmente. ( pagina 27)
Sobre la abstracción
Los historiadores, por el contrario, emplean la abstracción para superar una limitación diferente: su separación temporal respecto de sus sujetos. Los artistas coexisten con los objetos que representan, lo que quiere decir que siempre pueden cambiar el punto de vista, ajustar la luz o mover el modelo. Los historiadores no pueden hacer eso, porque lo que ellos representan está en el pasado y jamás pueden modificarlo. Pero pueden, por medio de la forma particular de abstracción que conocemos como narración, describir el movimiento a través del tiempo, algo que un artista sólo puede insinuar. Pero siempre se produce un equilibrio, pues cuanto más tiempo cubra la narración, menos detalles puede proporcionar. Es como el principio de incertidumbre de Heisenberg, según el cual la medición precisa de una variable vuelve imprecisa
Los historiadores, por el contrario, emplean la abstracción para superar una limitación diferente: su separación temporal respecto de sus sujetos. Los artistas coexisten con los objetos que representan, lo que quiere decir que siempre pueden cambiar el punto de vista, ajustar la luz o mover el modelo. Los historiadores no pueden hacer eso, porque lo que ellos representan está en el pasado y jamás pueden modificarlo. Pero pueden, por medio de la forma particular de abstracción que conocemos como narración, describir el movimiento a través del tiempo, algo que un artista sólo puede insinuar. Pero siempre se produce un equilibrio, pues cuanto más tiempo cubra la narración, menos detalles puede proporcionar. Es como el principio de incertidumbre de Heisenberg, según el cual la medición precisa de una variable vuelve imprecisa
la de otra. Ésta es, por tanto, otra
de las polaridades implicadas en la conciencia histórica: la tensión entre lo
literal y lo abstracto; entre, por un lado, la descripción detallada de lo que
se da en un momento preciso del pasado y, por otro, el rápido esbozo de lo que
se extiende en grandes franjas de ese pasado. (pagina 33, 34)
… Criterio selectivo. En una máquina
del tiempo convencional,
ser transportado a un momento
particular del pasado
sería contar con significaciones que
nos son impuestas. Suponiendo
que los instrumentos funcionaran
adecuadamente,
se podría elegir el momento y el lugar
que se quiere visitar,
pero una vez allí se tendría escaso
control: muy pronto los
acontecimientos nos abrumarían y
habría que limitarse a hacerles
frente. Todos conocemos lo que viene
después: nos pasaremos
el resto de la novela esquivando a
voraces velocirraptores,
tratando de mantenernos a salvo de la
peste negra
o de persuadir a los lugareños de que
en realidad no somos
brujos ni hechiceros y que, por tanto,
no se nos debe condenar
a la hoguera… (pagina 43)
…Simultaneidad. Todavía más asombrosa
que el criterio
selectivo es la capacidad que da la
historia para la simultaneidad,
es decir, la posibilidad de estar a l
mismo tiempo en más
de un lugar y de un momento. En
ciencia ficción, para lograr
esto mismo se necesitan agujeros de
gusano, divisores de
haces y aparatos complicados de toda
clase; además, es de
suponer que pronto la intriga perderá
su centro de atracción.
Los historiadores, en cambio, visitan
de manera rutinaria varios
lugares al mismo tiempo; en efecto,
sus investigaciones
del pasado pueden extenderse a muchos
temas en el seno de
un mismo período -como ilustran mis
ejemplos tomados de
Macaulay y Adams-, a muchos momentos
del tiempo correspondientes
a un mismo tema -como hace la
narrativa
tradicional— o a una combinación de
ambas cosas… ( pagina 45)
…
Escala.
Un tercer aspecto en que las máquinas del tiempo
de los historiadores superan la
capacidad de las de la
ciencia ficción es la facilidad con
que pueden variar la escala
de lo macroscópico a lo microscópico y
volver a lo primero.
En cierto sentido, eso no tiene nada
de sorprendente, pues
es la base de un instrumento esencial
de la narrativa: la anécdota
ilustrativa. Siempre que un
historiador emplea un episodio
particular para hacer una observación
general, se produce
la variación de escala: lo pequeño,
puesto que es fácil
de describir, se emplea para
caracterizar lo grande, que puede
no ser fácil de describir. Pero en
otro sentido los resultados
de este procedimiento pueden ser
sorprendentes… ( 46, 47)
… Por continuidades entiendo modelos que
se extienden
en el tiempo. No son leyes, como la
gravedad o la entropía;
tampoco son teorías, como la
relatividad o la selección natural.
Son simplemente fenómenos que se
repiten con regularidad
suficiente como para resultarnos
visibles. Sin esos modelos,
careceríamos de fundamento para
generalizar acerca de
la experiencia humana que no
conocemos: por ejemplo, no
sabríamos que la tasa de nacimientos
tiende a decrecer a medida
que aumenta el desarrollo económico,
que los imperios
tienden a expandirse más allá de sus
medios, ni que las democracias
tienden a no entrar en guerra con
otras democracias… (pagina 53)
Sobre
singularidades.
… Es posible que ni Agustín ni Colingwood hayan prestado
… Es posible que ni Agustín ni Colingwood hayan prestado
atención a las singularidades, esas
cosas extrañas que existen
en el fondo de los agujeros negros (si
es que los agujeros
negros tienen fondo), que no se pueden
medir, pero que no
obstante modifican todos los objetos
mensurables que las
atraviesan.^^ Prefiero pensar en el
presente como una singularidad
-como un embudo si se adopta una
metáfora más
mundana, o un agujero de gusano si se
tiene predilección
por una más exótica- a través de la
cual tiene que pasar el
futuro para convertirse en pasado. El
presente logra esta
transformación congelando reacciones
entre continuidades y
contingencias: del lado del fiituro de
la singularidad, unas y
otras son fluidas, libres unas de
otras y, por tanto, indeterminadas;
pero a medida que pasan a través de
ella se fusionan y
luego es imposible separarlas. Es el
mismo efecto que el de la
combinación de las bandas del ADN o el
de una cremallera
que se cierra pero no se vuelve a
abrir. ( pagina 53)
Por contingencias entiendo los
fenómenos que no constituyen
modelos. Entre ellos se pueden incluir
las acciones
que adoptan los individuos por razones
que sólo ellos conocen:
por ejemplo, un Hitler a escala
gigantesca, o un Lee
Harvey Oswald a una escala muy
particular. Las contingencias
pueden involucrar lo que los teóricos
del caos llaman
«dependencia sensible de las
condiciones iniciales», situaciones
en las que una modificación
imperceptible al inicio de
un proceso puede producir enormes
cambios al final del
mismo.^^ Pueden ser resultado de la
intersección de dos o
más continuidades: los estudiosos de
los accidentes saben
que de la coincidencia sin precedentes
de procesos predecibles
pueden derivarse consecuencias
impredecibles. Lo que
tienen en común todos estos fenómenos
es que no caen en el
dominio de la experiencia repetida y,
por tanto, familiar: en
general nos enteramos de ellos una vez
que han pasado… (Página 54)
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