Resumen
Por: Lic. Victor Javier
ChumpitazHuapaya
El Perú, durante el corto
periodo comprendido entre los años de 1929 a 1931, atravesaba por graves problemas
del orden político, económico y social. El golpe de Estado de Sánchez Cerro que
significó el derrocamiento del presidente Leguía, el 22 de agosto de 1930;
dicha acción golpista tuvo como objetivo primario la regeneración de la Nación
por medio de la moralización de las instituciones como primer paso para una
reforma constitucional; sin embargo, a pesar de las medidas aplicadas por la
Junta Militar de Gobierno, la crisis se acentuó. Sectores de la población,
estudiantes, obreros y la burguesía anti-leguiísta, tomaron las calles y
protestaron contra el deterioro de la calidad de vida y el desgobierno
político. Otro sector de la alta burguesía peruana contó con el apoyo de los
militares cuya finalidad fue frenar el desborde popular, las cuales eran influenciadas
por los ideales de izquierda.
La caída del gobierno de
Augusto B. Leguía, el 22 de agosto de 1930, abre las puertas a la masa popular,
quienes hacen suyas las calles; las celebraciones se entremezclan con las
manifestaciones de protestas por un mejor nivel en las condiciones de vida.
Puesto que durante el antiguo sistema legal que imperó hasta la caída del
gobierno de Leguía, las masas populares eran vistas como elementos de choque y
no como capaces de poder elegir y mucho menos de ser elegidos; la elección de
representantes y autoridades era determinada por los varones que supieran
escribir y leer, como también el hecho de pagar impuestos. Dichos requisitos
dejaban de lado a sectores de la población.
La aprobación de un nuevo
Estatuto Electoral (Decreto Ley Nº 7160 del 26 de mayo de 1931), legitimó el
accionar político de la masa popular, acabando con sistema político imperante y
los partidos políticos se vieron beneficiados con el apoyo de los nuevos
potenciales votantes, puesto que imperaba “un mecanismo de reproducción de
poder que excluía o subestimaba a las nuevas clases o a las que se iban
engrosando muy radicalmente”.
Factores coyunturales durante el Oncenio de Leguía
El Perú de principios de los
años treinta se caracterizó por una serie de grandes acontecimientos que
remecieron la política nacional, siendo el punto de inicio el golpe de Estado
del 22 de agosto de 1930 contra Leguía; sin embargo, todo se debió a que en
años anteriores ya se gestaban los movimientos contra el gobierno, abierta
inicialmente y después de manera clandestina producto a la fuerte represión del
gobierno.
La oposición se fue formando
en el transcurrir del gobierno leguiísta, y se pueden agrupar en tres frentes;
el civilista, que recibió duros ataques y persecuciones; los universitarios,
quienes mantuvieron su lucha de manera constante; y por último, los obreros
quienes buscaban por medio de la protesta mejoras en su condición de vida;
serían los universitarios y los obreros los que estuvieron más dispuestos a la lucha.
Sumada a esta oposición tenemos a sectores del Ejército que se veían descuidados por el gobierno.
El Civilismo sufrió desde el
primer momento los más duros ataques del gobierno leguiísta. El gobierno de la
“Patria Nueva”, como se le conoció también al oncenio leguiísta, busco por
diferentes medios separar del gobierno del país a los grupos civilistas, y se
valió del despido y la persecución para conseguir sus objetivos, todo esto para
crear un nuevo sistema con gente adepta al nuevo régimen. Para ello, el
Leguiísmo se servía de diversos medios para crear un sentimiento de rechazo
entre la población y el partido civilista. Se valieron de la prensa, como la
revista “Variedades”, quienes
calificaban en cada editorial con los más fuertes y duros epítetos.
Los jóvenes universitarios
también estuvieron presentes en la lucha contra el Leguiísmo desde mucho tiempo
atrás, “y aún en los años en apariencia normales - 1920, 1922, 1926, 1927, 1928
y 1929 - no faltaron etapas de agitación por razones de la política nacional” ([1]).
La reelección Leguiísta de 1924 y los malos manejos fueron detonante de la
protesta de los alumnos universitarios, continuaron los choques frecuentes
entre los alumnos de la Universidad de San Marcos y la policía. El presidente
de la Federación de Estudiantes, Víctor Raúl Haya de la Torre, y su sucesor
Manuel Seoane fueron deportados. Igual suerte corrieron dirigentes juveniles.
Pretendió el rector Manuel Vicente Villarán moderar el fervor estudiantil sin
conseguirlo. Se le vio en la puerta de la Universidad, en el Parque
Universitario, para exigir el carnet a todo el que ingresaba, en el esfuerzo
vano de impedir la presencia de obreros en las asambleas. Como es evidente, los
universitarios habían radicalizado su postura frente al gobierno de Leguía,
además su acercamiento a las masas obreras les permitirá tener contacto de
manera más plena sobre los pensamientos anarquistas y socialistas. Los
universitarios recibieron con gran júbilo las noticias del derrocamiento de
Leguía, tomaron las plazas en señal de aprobación a la acciones tomadas por el
Ejército.
Dentro de las organizaciones
obreras se reconocen dos grandes grupos: los obreros agrarios y los obreros industriales. Los obreros agrarios, quienes pertenecieron
al sector agrícola, laboraban en las haciendas o empresas de carácter
agroexportador. Estos modos de producción, haciendas o empresas
agroexportadoras, se desarrollaron básicamente en la costa norte y parte de la
costa sur, es decir desde Pirua hasta Ica; y basaban sus actividades en la
producción de la caña de azúcar y algodón.
Entre los años de 1901 a 1930
el precio del algodón había aumentado progresivamente, aunque sufrió una fuerte
caída en 1931, para recuperarse lentamente en 1936 a 1941. En cambio, el precio
del azúcar experimentaba una tendencia a la disminución de su precio en los
mercados internacionales (cuadro Nº 1).
El Crack Económico de 1929 produjo una grave crisis en la producción de
artículos de primera necesidad, y la agricultura exportadora peruana sufrió
enormemente el desplome de los precios. Esta situación llevó a la ruina a los
agricultores que dependían del mercado exportador, y con ello a los obreros
agrícolas que laboraban en los ingenios azucareros o en las plantaciones
algodoneras los cuales dependían solamente de su trabajo asalariado.
CUADRO Nº 1
|
||||
Precios del algodón y azúcar 1901
- 1941
|
||||
Año
|
Algodón
|
Azúcar
|
Precio relativo Algodón
|
|
1901
|
9,0
|
2,37
|
3,08
|
|
1906
|
10,8
|
2,35
|
4,23
|
|
1911
|
13,2
|
2,91
|
4,53
|
|
1916
|
16,1
|
4,53
|
3,55
|
|
1921
|
18,1
|
3,18
|
5,69
|
|
1626
|
19,5
|
2,69
|
7,24
|
|
1931
|
9,5
|
1,24
|
7,66
|
|
1936
|
11,8
|
2,52
|
4,58
|
|
1941
|
14,8
|
2,45
|
6,04
|
|
Fuente: Caravedo Molinari,
Baltazar.
"Burguesía e industria en el Perú 1933 - 1945" Instituto de
Estudios Peruanos. 1976. pág. 60
|
Tanto la producción de algodón
como el de azúcar requerían de gran
cantidad de mano de obra; a pesar de ello, y evidentemente en el algodón, los
salarios eran muy reducidos (cuadro Nº
2), lo cual provocó gran agitación entre los obreros agrícolas que veían
que su trabajo no era debidamente reconocido con adecuados salarios. Para
quienes, por definición, no poseían control o acceso a los medios de
producción, los obreros agrícolas, la principal consecuencia se presentó en el
estancamiento de los sueldos y la posterior disminución de los mismos, el
aumento del costo de vida y el desempleo a una escala inimaginada y sin
precedentes ([2]).
CUADRO Nº 2
|
||||||
Número de obreros y salarios en la agricultura:
algodón y azúcar (1912-1933)
|
||||||
Años
|
ALGODÓN
|
AZUCAR
|
||||
Obreros
|
Salarios
|
CAÑA
|
INGENIOS
|
|||
Obreros
|
Salarios
|
Obreros
|
Salarios
|
|||
1919
|
32047
|
2,12
|
22255
|
1,91
|
4241
|
2,30
|
1920
|
35877
|
2,40
|
24020
|
1,83
|
4840
|
2,22
|
1921
|
38704
|
2,19
|
23264
|
1,82
|
4472
|
2,22
|
1922
|
39795
|
|
24250
|
1,75
|
4688
|
2,24
|
1923
|
40557
|
2,08
|
25561
|
1,84
|
4636
|
2,35
|
1924
|
40601
|
|
25495
|
1,84
|
4490
|
2,38
|
1925
|
40010
|
|
23540
|
1,81
|
4664
|
2,36
|
1926
|
41140
|
|
24338
|
1,67
|
4667
|
2,43
|
1927
|
41120
|
|
25732
|
1,72
|
4657
|
2,32
|
1928
|
|
|
|
1,75
|
4419
|
2,41
|
1929
|
|
|
|
|
|
|
1930
|
|
|
|
|
|
|
1931
|
41490
|
1,11
|
20465
|
1,76
|
4181
|
2,25
|
1932
|
40360
|
1,11
|
20506
|
1,50
|
4054
|
1,84
|
1933
|
65269
|
1,35
|
24000
|
1,77
|
4294
|
2,02
|
1934
|
68257
|
1,54
|
23711
|
1,72
|
3836
|
2,14
|
1935
|
107136
|
1,55
|
22906
|
1,75
|
3826
|
2,15
|
Fuente: Datos del Ministerio de Cultura,
Departamento de Estadística agropecuaria, reproducidos por el Ministerio de Hacienda
y Comercio, "Anuario Estadístico del Perú 1944 - 1945". Pág. 450 –
452
|
El Cuadro Nº 2 presenta algunos vacíos o interrupciones debido a que
en muchos casos no se registraban la cantidad de trabajadores que laboraban en
las haciendas, como también su salario, puesto que muchos eran “enganchados” o
cumplían este trabajo de forma estacional al ser muchos de ellos campesinos.
Los obreros agrícolas, en
respuesta a los abusos, se organizaron muy pronto en Federaciones como por
ejemplo la Federación de Campesinos del Valle de Ica “que inició gestiones con
el fin de obtenerla jornada de las ocho horas, el aumento de jornales y otros
beneficios para los trabajadores agrarios. En abril de 1923 surgió un conflicto
entre los peones de la hacienda Caravedo y los propietarios de ella. Hubo actos
de violencia. La Federación asumió enérgica actitud […] los fallos judiciales
favorecieron a los campesinos. La Federación acordó realizar el 18 de febrero
de 1924 una asamblea general en Parcona. El prefecto Julio Rodríguez se
presentó con policías y gendarmes y se produjo una lucha […] Un batallón del
ejército efectuó una matanza en Parcona el 20 de febrero […] La Federación fue
declarada en receso” ([3]).
Estos choques entre las fuerzas del orden y los obreros campesinos fueron
moneda corriente durante el gobierno de Augusto B. Leguía, esto debido a que el
Estado carecía “de un fuero laboral que dictaminara los derechos legales del
obrero frente al capital, sea en lo que se refiere a mínimo de horas de trabajo
o formas de protesta” ([4]).
Los obreros Industriales y artesanales,
quienes se desarrollaron en las ciudades (especialmente en Lima), aunque
también están presentes en los departamentos las organizaciones obreras, debido
a la explotación de la minería y el petróleo. Por ello, se reconocen entre los
obreros industriales a los obreros textiles, los obreros petroleros y los
obreros mineros, entre los más representativos.
Al igual que los obreros
agrarios, los obreros industriales, por medio de la protesta y la huelga
luchaban por el reconocimiento de derechos laborales, contra el elevado conto
de vida, la explotación y descuido de los empleadores y del gobierno, los
cuales en respuesta ahogaban toda manifestación con uso de la fuerza. A pesar
de ello las consignas obreras fueron difundidas en publicaciones periódicas,
entre ellas el diario “El Alma obrera”
y “El Obrero Textil” (1923),
publicaciones que mantuvieron su funcionamiento de manera clandestina durante
todo el oncenio de Leguía, puesto que, la represión que entre 1924 y 1927
apresó y deportó a varios dirigentes sindicales en que son denunciados por el gobierno
como parte de “un complot comunista” ([5]).
Los universitarios y los
obreros hacen causa común, y juntos se prestan a hacer sentir su voz de
protesta. La cooperación entre obreros y universitarios se sella al organizarse
“un congreso nacional que se reunió en el Cuzco a comienzos de 1920 y aprobó
una serie de resoluciones progresistas, la más notable de las cuales fue la de
crear las llamadas universidades populares (UP), cuyo objetivo era
fundamentalmente consolidar la alianza obrero-estudiantil de 1918-1919 […] Las
primeras UP fueron inauguradas por Haya en enero de 1921, en Lima y en el
vecino pueblo fabril de Vitarte […] se rebautizó a las UP en honor a Gonzales
Prada (llamándose ahora UPGP)” ([6]).
Las continuas movilizaciones crean entre los obreros y los estudiantes un
sentimiento de confraternidad y apoyo mutuo. “La Voz”, diario obrero, llama a la rebelión y se considera
asimismo protector de los estudiantes en su lucha contra los abusos del
gobierno y llama a la ciudadanía a apoyarlos en su lucha: “¡Pueblo! Consecuente
con la intranquilidad en que vivimos por la persecución policial de obreros y
estudiantes alístate al PARO GENERAL con todas sus consecuencias, que será
decretado en caso de la prisión de cualquier estudiante u obrero ¡Alerta trabajadores!
([7]).
Como es evidente, tanto los
civilistas perseguidos, como los universitarios y los obreros no cesaban en sus
actos de protesta contra el gobierno leguiísta, aunque de maneras muy
particulares, puesto que si bien los universitarios y obreros tomaron las
calles, serían los civilistas quienes entablarían una alianza con el Ejército,
la cual sería mucho más efectiva en sus planes por derribar a tan detestado
régimen, por ejemplo, en 1921 y en 1924 se producen algunos intentos de dar
golpes de Estado. En Iquitos el 5 de agosto de 1921 y en 1924 se produce una
insurrección militar de inspiración civilista. Ese mismo mes en Cusco hay un
motín militar también de inspiración civilista. En el año de 1924 se produjeron
dos intentos militares, un motín militar y una revolución civil-militar,
también de carácter civilista.
1.2 La política externa durante el “Oncenio”
Leguía
se presenta en las elecciones de 1919 con el lema de patriotismo, talento y
energía. El diario ”El Comercio”
relataría la llegada de Leguía para presentarse en las elecciones del año de
1919.
Durante
sus once años de gobierno, Leguía se caracterizó por subordinar todos los
aspectos nacionales a los intereses extranjeros, actitud que a la larga le
restaría el apoyo de varios sectores de la población. Tomando por ejemplo, las
negociaciones internacionales para fijar las fronteras con Colombia y Chile.
Resumiendo las acciones tomadas, Leguía planteo su política exterior en base a
la entrega del territorio nacional, con ello se presentaba ante la población
como el presidente que solucionó los conflictos extranjeros; “el Perú del
Oncenio dio injerencia a Estados Unidos en la solución de sus conflictos con
Chile, Colombia y Ecuador y en todos los empréstitos que suscribió. Tuvo misión
naval y educacional estadounidenses y técnicos de la misma nacionalidad en
diversos puestos de importancia en su vida económica y administrativa” ([8]). La política
externa del gobierno de Leguía se caracterizó por la manera displicente ante el
avance prepotente de Estados Unidos en América Latina, “Las actitudes de la
delegación peruana en las conferencias de La Habana y Washington no fueron sino
un exponente, entre muchos, de la sumisión del régimen leguiísta ante Estados
Unidos” ([9]).
Claro ejemplo fue la actitud indiferente tomada por el gobierno peruano ante la
ocupación militar a Nicaragua; Víctor Andrés Belaunde concluye: “Había
gobiernos dictatoriales en América, cuya subsistencia podía depender de apoyo o
económico de Washington. Pero esos dictadores tenían lo que se podía llamarse
dignidad animal. Sintieron solidaridad biológica, si no espiritual, con los
otros países de América y su actitud fue el silencio. El único que lo rompió,
para oprobio del continente, fue el tirano del Perú” ([10]). Leguía y la política exterior de su
gobierno mostró una marcada dependencia norteamericana la cual era en respuesta
a que Leguía se sustentaba del capital norteamericano.
El
marcado “nacionalismo” de los discursos de Leguía se contradecía con sus
acciones. El tratado con Chile, firmado el 3 de junio de 1929, que estipulaba
la entrega a perpetuidad de Arica a Chile y el regreso de Tacna al Perú,
significó otra muestra de la debilidad de la política externa del gobierno
leguiísta; “no tuvo Leguía la independencia, la libertad y la altivez
suficientes con que presionar al Gobierno de Estados Unidos. […] Los hechos
demostraron que era imposible que el Departamento de Estado o cualquier
organismo o tribunal internacional obligase a Chile a ceder Tacna y Arica” ([11]).
La
opinión pública no era ajena a ello, y estuvo siempre atenta ante estas
situaciones; aunque no podían levantarse ante la fuerte represión del gobierno,
en otros casos, la apatía fue general, “Contra el tratado peruano-chileno de
1929 hubo algunas manifestaciones estudiantiles cuyo foco fue la Universidad de
San Marcos, sin que se propagaran […] En los sectores mayoritarios de la
opinión públicas había cansancio ante el litigio de Tacna y Arica, disgusto al
recordar los grandilocuentes anuncios por él suscitados, contradicho por
prosaicas realidades; y también, en mucha gente, conformismo frente a lo que
quisiera hacer Leguía” ([12]).
Mientras otros sectores si mostraron su inconformidad, los cuales fueron
silenciados por medio del destierro y la prisión; por lo que dicha protesta fue llevada de manera clandestina.
El diario “La República” señaló:
“¡Consumación de la conquista! La Dictadura entrega Arica al dominio perpetuo
de Chile. Epílogo de una tragedia internacional […] El señor Leguía en esos
conciliábulos, no ha sido, ni el defensor de los intereses de la patria, ni el
abogado de la causa de su pueblo, ni el intérprete de las palpitaciones
emocionadas del alma nacional […] Que otro significado tiene la actitud
medrosa, inquieta, timorata e insostenible de la dictadura en estos incidentes”
([13])
Los
diversos tratados fronterizos ([14])
restaron no solamente la popularidad a Leguía y a su gobierno, sino que perdió
la confianza de amplios sectores que se vieron traicionados, perdió
legitimidad. Por ello se entiende la prédica nacionalista que fue utilizada
para justificar el golpe de estado de 1930, y luego que fuera enarbolada como
bandera para los grupos políticos que se presentarían para las elecciones de
1931.
1.3
La política interna durante el “Oncenio”
Leguíainauguró
su largo mandato,el 4 de julio de 1919, con amplia popularidad, a pesar de no
contar con unpartido político que lo respaldara. Problema que solucionó usando
métodos muy comunes en esa época, la propaganda personal por medio de la prensa
escrita y por la naciente expansión de la radio. Leguía no perdía oportunidad
para poner en relevancia sus “éxitos” como gobernante, y se vio favorecido
gracias a que durante su mandato coincidieron las fiestas por el Centenario de la Independencia del
Perú y las fiestas por el Centenario de la batalla de Ayacucho. Leguía
recibiría de sus colaboradores una serie de halagaos, quizás esto motivo en él
un sentimiento de superioridad que no le permitió ser consciente de los
acontecimientos que se avecinaban. Las adulaciones no le hicieron prever el
descontento popular; las cuales no eran realizadas por personajes de la
sociedad peruana, también extranjeros se sumaron a las mismas
Pero
sería el desgaste de la imagen del gobierno provocada por la sumisión de un
Congreso, a la medida del presidente, que aceptaba las continuas enmiendas a la
constitución; la extrema adulación que recibía Leguía que lo alejó de la crítica
realidad que lo rodeaba; y los constantes ataques contra una oposición que
crecía; provocaron el rechazo mayoritario de la población. “Como todos los caudillos, su popularidad no es eterna. Es más, su
personalismo exacerbado lo hace perder su prestigio demasiado pronto y no
obstante haber sentado las bases para eliminar rápidamente toda oposición al
renovar totalmente el Congreso, no consigue una adhesión ciega y permanente
porque defrauda a las clases bajas, pues quiere gozas de los beneficios de la
clase alta y no gana a ésta porque la combate sin cesar y esto lleva a la
soledad final” ([15]).
Es
evidente que ante los acontecimientos ya relatados Leguía se encontraba solo,
había perdido la adhesión de las masas, había adquirido la repulsión de los
sectores de la clase alta quienes se unirían con el Ejército como bloque
opositor. Importante acotar que es el Ejercito la institución dentro de las
Fuerzas Armadas que durante mucho tiempo mostraría su disconformidad con el
gobierno de Leguiísta y que llevaría a cabo el golpe de estado de 1930; “La
burguesía en su conjunto hace alianza con el Ejército en el levantamiento de
Sánchez Cerro en Arequipa en agosto de 1930. […] El instrumento que utilizó la
clase dominante para derrocar al hombre del oncenio” ([16]). Tanto Sánchez Cerro como Víctor Raúl
Haya de la Torre
mostraron en sus discursos que respetarían la independencia de las
instituciones y que en todo caso las reforzarían; posteriormente, la Constitución de 1933 prohibió
la reelección presidencial.
Recordemos
un dato mucho más importante, Leguía no creía en los partidos políticos o en
organización representativa popular; antes bien, acabo con todo tipo de
organización. Gran error suyo fue desmantelar el Partido Civil, del cual salió
de sus filas, y que luego sería visto como un traidor. En las elecciones que se
presentaría (1919, 1924 y 1929) como candidato siempre se apoyo de su figura y
su popularidad conseguida y labrada, además siempre fue el candidato único; es
claro que había un sentimiento de rechazo a todo tipo de representatividad. Las
instituciones representativas, como el Congreso y las representaciones
provinciales, estaban copadas por allegados al régimen Leguiísta. El único “partido”
acreditado y con respaldo oficial era el llamado Partido Democrático
Reformista, ya que “era del gobierno”, y
a través del cual se difunde la ¿doctrina? de la patria nueva […] A la larga
fue sólo el sustento del personalismo leguiísta, el coro necesario para
rendirle pleitesía a la nueva versión de caudillo civil” ([17]).
Durante
los últimos años del gobierno de Leguía se formarían las nuevas organizaciones
políticas, que al no tener un medio para poder desarrollarse, y ante la fuerte
censura, se verán en la imperiosa necesidad de mantenerse en la clandestinidad.
El gobierno leguiísta veía todo tipo de organización que mostraba signos de
oposición a la postura oficial como una amenaza
Queda
claro que la censura de Leguía fue un arma de doble filo, mantuvo la
tranquilidad el tiempo en que sus fuerzas lo permitieron, pero caído el régimen
las voces discordantes que ya se sentían venir se hicieron evidentes, al tener
lejano el miedo a las represiones la oposición obtuvo lo que siempre quiso
tener, libertad de opinión. Eso explica que ni bien caído el odiado régimen
leguiísta, se originara un clima de desorden político a nivel nacional, donde
ni las acciones de la Junta
de Gobierno de Sánchez Cerro y las Samanez Ocampo, poco tiempo después, no
pudieron frenar; sin embargo, la protesta fue el único medio de canalización
por la que la población podía manifestar y hacer conocer sus necesidades más
apremiantes. La aparición de los partidos políticos que se enfrentarían para
las elecciones generales de 1931 propició que las masas pudieran canalizar su
protesta, a la vez que simpatizaba con los partidos políticos que recogían sus
anhelos y preocupaciones. Sánchez Cerro y Víctor Raúl Haya de la Torre serían
los caudillos que compitieron en dichas elecciones, “la lucha electoral fue reducida así, en realidad, a esos dos
caudillos. Ambos estuvieron cerca de las muchedumbres. Por primera vez se hizo
uso como arma política de las facilidades del avión para estar en contacto con
la ciudadanía de las distintas regiones del país” ([18]).
[1]Basadre
Grohmann, Jorge.
“Historia de la República del Perú:
1822-1933” .
Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 16. Pg. 156
[2]Hobsbamwm,
Eric. “Historia del Siglo XX:
1914-1991” Critica Editorial. Primera edición. España. 2000. Pág. 99.
[3]Basadre
Grohmann, Jorge.
“Historia de la República del Perú:
1822-1933” .
Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 14. Pg. 244.
[4]Caravedo Molinari, Baltazar. “Clases, lucha, política y gobierno en el
Perú (1919-1933)” Retama Editorial.
1era edición. 1977. Pg. 35
[5]GargurevichRegal,
Juan.“Historia
de la prensa peruana (1594 – 1990)”.La Voz ediciones. Lima Noviembre de 1991 Tomo
VIII. Pág. 131
[7]“El obrero Textil:
Órgano de la federación de trabajadores en tejidos del Perú”. Año 3, Lima, mayo de 1923, Nº 44
[8]Basadre
Grohmann, Jorge.
“Historia de la República del Perú:
1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 14. pág. 138.
[9]Basadre
Grohmann, Jorge.
“Historia de la República del Perú:
1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 14. pág. 136
[10]Belaunde, Víctor Andrés. “La Realidad Nacional”. Empresa Editora
El Comercio S.A. Lima. 2005. pág. 204.
[11]Basadre
Grohmann, Jorge.
“Historia de la República del Perú:
1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 14. pág. 129
[12]Basadre
Grohmann, Jorge.
“Historia de la República del Perú:
1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 14. pág. 132
[13]La República: Órgano
de la Opinión Pública Independiente del Perú. Nº 14, noveno año
de la dictadura. Sin fecha - 1928.
[14]El 24 de marzo de 1922 se firmó el
Tratado Salomón – Lozano entre el Perú y Colombia, en la cual el Perú cedía a
Colombia el Trapecio Amazónico, permitiendo a Colombia el acceso al río
Amazonas. El 3 de junio de 1929 el Perú y Chile suscriben el Tratado de Lima.
Chile retiene Arica y Tacna volvía a Perú.
[15]Guerra Martiniere, Margarita.“Historia
General del Perú: La República”. Tomo VIII. Editorial Brasa S.A. Lima, 1994.
pp. 125-126
[16]Baltazar Caravedo, Molinari. “Clases, lucha, política y gobierno en el
Perú (1919-1933)”. Retama Editorial. 1era edición 1977. pg. 98
[17]Guerra Martiniere, Margarita.“Historia
General del Perú: La República”. Tomo VIII. Editorial Brasa S.A. Lima, 1994.
pág. 196 - 197
[18]Basadre Grohmann, Jorge. “Historia de la República del Perú:
1822-1933” . Empresa
Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 15. Pág. 143
No hay comentarios.:
Publicar un comentario