miércoles, 26 de octubre de 2016

El surgimiento de los partidos políticos de masa: La sociedad de Lima de los años de 1929 a 1931

El surgimiento de los partidos políticos de masa: La sociedad de Lima de los años de 1929 a 1931
Resumen

Por: Lic. Victor Javier ChumpitazHuapaya

El Perú, durante el corto periodo comprendido entre los años de 1929 a 1931, atravesaba por graves problemas del orden político, económico y social. El golpe de Estado de Sánchez Cerro que significó el derrocamiento del presidente Leguía, el 22 de agosto de 1930; dicha acción golpista tuvo como objetivo primario la regeneración de la Nación por medio de la moralización de las instituciones como primer paso para una reforma constitucional; sin embargo, a pesar de las medidas aplicadas por la Junta Militar de Gobierno, la crisis se acentuó. Sectores de la población, estudiantes, obreros y la burguesía anti-leguiísta, tomaron las calles y protestaron contra el deterioro de la calidad de vida y el desgobierno político. Otro sector de la alta burguesía peruana contó con el apoyo de los militares cuya finalidad fue frenar el desborde popular, las cuales eran influenciadas por los ideales de izquierda.

La caída del gobierno de Augusto B. Leguía, el 22 de agosto de 1930, abre las puertas a la masa popular, quienes hacen suyas las calles; las celebraciones se entremezclan con las manifestaciones de protestas por un mejor nivel en las condiciones de vida. Puesto que durante el antiguo sistema legal que imperó hasta la caída del gobierno de Leguía, las masas populares eran vistas como elementos de choque y no como capaces de poder elegir y mucho menos de ser elegidos; la elección de representantes y autoridades era determinada por los varones que supieran escribir y leer, como también el hecho de pagar impuestos. Dichos requisitos dejaban de lado a sectores de la población.

La aprobación de un nuevo Estatuto Electoral (Decreto Ley Nº 7160 del 26 de mayo de 1931), legitimó el accionar político de la masa popular, acabando con sistema político imperante y los partidos políticos se vieron beneficiados con el apoyo de los nuevos potenciales votantes, puesto que imperaba “un mecanismo de reproducción de poder que excluía o subestimaba a las nuevas clases o a las que se iban engrosando muy radicalmente”.

Factores coyunturales durante el Oncenio de Leguía

El Perú de principios de los años treinta se caracterizó por una serie de grandes acontecimientos que remecieron la política nacional, siendo el punto de inicio el golpe de Estado del 22 de agosto de 1930 contra Leguía; sin embargo, todo se debió a que en años anteriores ya se gestaban los movimientos contra el gobierno, abierta inicialmente y después de manera clandestina producto a la fuerte represión del gobierno.
La oposición se fue formando en el transcurrir del gobierno leguiísta, y se pueden agrupar en tres frentes; el civilista, que recibió duros ataques y persecuciones; los universitarios, quienes mantuvieron su lucha de manera constante; y por último, los obreros quienes buscaban por medio de la protesta mejoras en su condición de vida; serían los universitarios y los obreros los que estuvieron más dispuestos a la lucha. Sumada a esta oposición tenemos a sectores del Ejército que se veían  descuidados por el gobierno.
El Civilismo sufrió desde el primer momento los más duros ataques del gobierno leguiísta. El gobierno de la “Patria Nueva”, como se le conoció también al oncenio leguiísta, busco por diferentes medios separar del gobierno del país a los grupos civilistas, y se valió del despido y la persecución para conseguir sus objetivos, todo esto para crear un nuevo sistema con gente adepta al nuevo régimen. Para ello, el Leguiísmo se servía de diversos medios para crear un sentimiento de rechazo entre la población y el partido civilista. Se valieron de la prensa, como la revista “Variedades”, quienes calificaban en cada editorial con los más fuertes y duros epítetos.

Los jóvenes universitarios también estuvieron presentes en la lucha contra el Leguiísmo desde mucho tiempo atrás, “y aún en los años en apariencia normales - 1920, 1922, 1926, 1927, 1928 y 1929 - no faltaron etapas de agitación por razones de la política nacional” ([1]). La reelección Leguiísta de 1924 y los malos manejos fueron detonante de la protesta de los alumnos universitarios, continuaron los choques frecuentes entre los alumnos de la Universidad de San Marcos y la policía. El presidente de la Federación de Estudiantes, Víctor Raúl Haya de la Torre, y su sucesor Manuel Seoane fueron deportados. Igual suerte corrieron dirigentes juveniles. Pretendió el rector Manuel Vicente Villarán moderar el fervor estudiantil sin conseguirlo. Se le vio en la puerta de la Universidad, en el Parque Universitario, para exigir el carnet a todo el que ingresaba, en el esfuerzo vano de impedir la presencia de obreros en las asambleas. Como es evidente, los universitarios habían radicalizado su postura frente al gobierno de Leguía, además su acercamiento a las masas obreras les permitirá tener contacto de manera más plena sobre los pensamientos anarquistas y socialistas. Los universitarios recibieron con gran júbilo las noticias del derrocamiento de Leguía, tomaron las plazas en señal de aprobación a la acciones tomadas por el Ejército.

Dentro de las organizaciones obreras se reconocen dos grandes grupos: los obreros agrarios y  los obreros industriales.  Los obreros agrarios, quienes pertenecieron al sector agrícola, laboraban en las haciendas o empresas de carácter agroexportador. Estos modos de producción, haciendas o empresas agroexportadoras, se desarrollaron básicamente en la costa norte y parte de la costa sur, es decir desde Pirua hasta Ica; y basaban sus actividades en la producción de la caña de azúcar y algodón.

Entre los años de 1901 a 1930 el precio del algodón había aumentado progresivamente, aunque sufrió una fuerte caída en 1931, para recuperarse lentamente en 1936 a 1941. En cambio, el precio del azúcar experimentaba una tendencia a la disminución de su precio en los mercados internacionales (cuadro Nº 1). El Crack Económico de 1929 produjo una grave crisis en la producción de artículos de primera necesidad, y la agricultura exportadora peruana sufrió enormemente el desplome de los precios. Esta situación llevó a la ruina a los agricultores que dependían del mercado exportador, y con ello a los obreros agrícolas que laboraban en los ingenios azucareros o en las plantaciones algodoneras los cuales dependían solamente de su trabajo asalariado.
CUADRO Nº 1
Precios del algodón y azúcar  1901 - 1941
Año
Algodón
Azúcar
Precio relativo Algodón
1901
9,0
2,37
3,08
1906
10,8
2,35
4,23
1911
13,2
2,91
4,53
1916
16,1
4,53
3,55
1921
18,1
3,18
5,69
1626
19,5
2,69
7,24
1931
9,5
1,24
7,66
1936
11,8
2,52
4,58
1941
14,8
2,45
6,04
Fuente: Caravedo Molinari, Baltazar. "Burguesía e industria en el Perú 1933 - 1945" Instituto de Estudios Peruanos. 1976.  pág. 60


















Tanto la producción de algodón como el de  azúcar requerían de gran cantidad de mano de obra; a pesar de ello, y evidentemente en el algodón, los salarios eran muy reducidos (cuadro Nº 2), lo cual provocó gran agitación entre los obreros agrícolas que veían que su trabajo no era debidamente reconocido con adecuados salarios. Para quienes, por definición, no poseían control o acceso a los medios de producción, los obreros agrícolas, la principal consecuencia se presentó en el estancamiento de los sueldos y la posterior disminución de los mismos, el aumento del costo de vida y el desempleo a una escala inimaginada y sin precedentes ([2]).
CUADRO Nº 2
Número de obreros y salarios en la agricultura: algodón y azúcar (1912-1933)
Años
ALGODÓN
AZUCAR
Obreros
Salarios
CAÑA
INGENIOS
Obreros
Salarios
Obreros
Salarios
1919
32047
2,12
22255
1,91
4241
2,30
1920
35877
2,40
24020
1,83
4840
2,22
1921
38704
2,19
23264
1,82
4472
2,22
1922
39795

24250
1,75
4688
2,24
1923
40557
2,08
25561
1,84
4636
2,35
1924
40601

25495
1,84
4490
2,38
1925
40010

23540
1,81
4664
2,36
1926
41140

24338
1,67
4667
2,43
1927
41120

25732
1,72
4657
2,32
1928



1,75
4419
2,41
1929






1930






1931
41490
1,11
20465
1,76
4181
2,25
1932
40360
1,11
20506
1,50
4054
1,84
1933
65269
1,35
24000
1,77
4294
2,02
1934
68257
1,54
23711
1,72
3836
2,14
1935
107136
1,55
22906
1,75
3826
2,15
Fuente: Datos del Ministerio de Cultura, Departamento de Estadística agropecuaria, reproducidos por el Ministerio de Hacienda y Comercio, "Anuario Estadístico del Perú 1944 - 1945". Pág. 450 – 452

El Cuadro Nº 2 presenta algunos vacíos o interrupciones debido a que en muchos casos no se registraban la cantidad de trabajadores que laboraban en las haciendas, como también su salario, puesto que muchos eran “enganchados” o cumplían este trabajo de forma estacional al ser muchos de ellos campesinos.

Los obreros agrícolas, en respuesta a los abusos, se organizaron muy pronto en Federaciones como por ejemplo la Federación de Campesinos del Valle de Ica “que inició gestiones con el fin de obtenerla jornada de las ocho horas, el aumento de jornales y otros beneficios para los trabajadores agrarios. En abril de 1923 surgió un conflicto entre los peones de la hacienda Caravedo y los propietarios de ella. Hubo actos de violencia. La Federación asumió enérgica actitud […] los fallos judiciales favorecieron a los campesinos. La Federación acordó realizar el 18 de febrero de 1924 una asamblea general en Parcona. El prefecto Julio Rodríguez se presentó con policías y gendarmes y se produjo una lucha […] Un batallón del ejército efectuó una matanza en Parcona el 20 de febrero […] La Federación fue declarada en receso” ([3]). Estos choques entre las fuerzas del orden y los obreros campesinos fueron moneda corriente durante el gobierno de Augusto B. Leguía, esto debido a que el Estado carecía “de un fuero laboral que dictaminara los derechos legales del obrero frente al capital, sea en lo que se refiere a mínimo de horas de trabajo o formas de  protesta” ([4]).

 Los obreros Industriales y artesanales, quienes se desarrollaron en las ciudades (especialmente en Lima), aunque también están presentes en los departamentos las organizaciones obreras, debido a la explotación de la minería y el petróleo. Por ello, se reconocen entre los obreros industriales a los obreros textiles, los obreros petroleros y los obreros mineros, entre los más representativos.

Al igual que los obreros agrarios, los obreros industriales, por medio de la protesta y la huelga luchaban por el reconocimiento de derechos laborales, contra el elevado conto de vida, la explotación y descuido de los empleadores y del gobierno, los cuales en respuesta ahogaban toda manifestación con uso de la fuerza. A pesar de ello las consignas obreras fueron difundidas en publicaciones periódicas, entre ellas el diario “El Alma obrera” y “El Obrero Textil” (1923), publicaciones que mantuvieron su funcionamiento de manera clandestina durante todo el oncenio de Leguía, puesto que, la represión que entre 1924 y 1927 apresó y deportó a varios dirigentes sindicales en que son denunciados por el gobierno como parte de “un complot comunista” ([5]).

Los universitarios y los obreros hacen causa común, y juntos se prestan a hacer sentir su voz de protesta. La cooperación entre obreros y universitarios se sella al organizarse “un congreso nacional que se reunió en el Cuzco a comienzos de 1920 y aprobó una serie de resoluciones progresistas, la más notable de las cuales fue la de crear las llamadas universidades populares (UP), cuyo objetivo era fundamentalmente consolidar la alianza obrero-estudiantil de 1918-1919 […] Las primeras UP fueron inauguradas por Haya en enero de 1921, en Lima y en el vecino pueblo fabril de Vitarte […] se rebautizó a las UP en honor a Gonzales Prada (llamándose ahora UPGP)” ([6]). Las continuas movilizaciones crean entre los obreros y los estudiantes un sentimiento de confraternidad y apoyo mutuo. “La Voz”, diario obrero, llama a la rebelión y se considera asimismo protector de los estudiantes en su lucha contra los abusos del gobierno y llama a la ciudadanía a apoyarlos en su lucha: “¡Pueblo! Consecuente con la intranquilidad en que vivimos por la persecución policial de obreros y estudiantes alístate al PARO GENERAL con todas sus consecuencias, que será decretado en caso de la prisión de cualquier estudiante u obrero ¡Alerta trabajadores! ([7]).
Como es evidente, tanto los civilistas perseguidos, como los universitarios y los obreros no cesaban en sus actos de protesta contra el gobierno leguiísta, aunque de maneras muy particulares, puesto que si bien los universitarios y obreros tomaron las calles, serían los civilistas quienes entablarían una alianza con el Ejército, la cual sería mucho más efectiva en sus planes por derribar a tan detestado régimen, por ejemplo, en 1921 y en 1924 se producen algunos intentos de dar golpes de Estado. En Iquitos el 5 de agosto de 1921 y en 1924 se produce una insurrección militar de inspiración civilista. Ese mismo mes en Cusco hay un motín militar también de inspiración civilista. En el año de 1924 se produjeron dos intentos militares, un motín militar y una revolución civil-militar, también de carácter civilista.

1.2 La política externa durante el “Oncenio”
Leguía se presenta en las elecciones de 1919 con el lema de patriotismo, talento y energía. El diario ”El Comercio” relataría la llegada de Leguía para presentarse en las elecciones del año de 1919.

Durante sus once años de gobierno, Leguía se caracterizó por subordinar todos los aspectos nacionales a los intereses extranjeros, actitud que a la larga le restaría el apoyo de varios sectores de la población. Tomando por ejemplo, las negociaciones internacionales para fijar las fronteras con Colombia y Chile. Resumiendo las acciones tomadas, Leguía planteo su política exterior en base a la entrega del territorio nacional, con ello se presentaba ante la población como el presidente que solucionó los conflictos extranjeros; “el Perú del Oncenio dio injerencia a Estados Unidos en la solución de sus conflictos con Chile, Colombia y Ecuador y en todos los empréstitos que suscribió. Tuvo misión naval y educacional estadounidenses y técnicos de la misma nacionalidad en diversos puestos de importancia en su vida económica y administrativa” ([8]). La política externa del gobierno de Leguía se caracterizó por la manera displicente ante el avance prepotente de Estados Unidos en América Latina, “Las actitudes de la delegación peruana en las conferencias de La Habana y Washington no fueron sino un exponente, entre muchos, de la sumisión del régimen leguiísta ante Estados Unidos” ([9]). Claro ejemplo fue la actitud indiferente tomada por el gobierno peruano ante la ocupación militar a Nicaragua; Víctor Andrés Belaunde concluye: “Había gobiernos dictatoriales en América, cuya subsistencia podía depender de apoyo o económico de Washington. Pero esos dictadores tenían lo que se podía llamarse dignidad animal. Sintieron solidaridad biológica, si no espiritual, con los otros países de América y su actitud fue el silencio. El único que lo rompió, para oprobio del continente, fue el tirano del Perú” ([10]). Leguía y la política exterior de su gobierno mostró una marcada dependencia norteamericana la cual era en respuesta a que Leguía se sustentaba del capital norteamericano.   

El marcado “nacionalismo” de los discursos de Leguía se contradecía con sus acciones. El tratado con Chile, firmado el 3 de junio de 1929, que estipulaba la entrega a perpetuidad de Arica a Chile y el regreso de Tacna al Perú, significó otra muestra de la debilidad de la política externa del gobierno leguiísta; “no tuvo Leguía la independencia, la libertad y la altivez suficientes con que presionar al Gobierno de Estados Unidos. […] Los hechos demostraron que era imposible que el Departamento de Estado o cualquier organismo o tribunal internacional obligase a Chile a ceder Tacna y Arica” ([11]).

La opinión pública no era ajena a ello, y estuvo siempre atenta ante estas situaciones; aunque no podían levantarse ante la fuerte represión del gobierno, en otros casos, la apatía fue general, “Contra el tratado peruano-chileno de 1929 hubo algunas manifestaciones estudiantiles cuyo foco fue la Universidad de San Marcos, sin que se propagaran […] En los sectores mayoritarios de la opinión públicas había cansancio ante el litigio de Tacna y Arica, disgusto al recordar los grandilocuentes anuncios por él suscitados, contradicho por prosaicas realidades; y también, en mucha gente, conformismo frente a lo que quisiera hacer Leguía” ([12]). Mientras otros sectores si mostraron su inconformidad, los cuales fueron silenciados por medio del destierro y la prisión; por lo que dicha  protesta fue llevada de manera clandestina. El diario “La República” señaló: “¡Consumación de la conquista! La Dictadura entrega Arica al dominio perpetuo de Chile. Epílogo de una tragedia internacional […] El señor Leguía en esos conciliábulos, no ha sido, ni el defensor de los intereses de la patria, ni el abogado de la causa de su pueblo, ni el intérprete de las palpitaciones emocionadas del alma nacional […] Que otro significado tiene la actitud medrosa, inquieta, timorata e insostenible de la dictadura en estos incidentes” ([13])

Los diversos tratados fronterizos ([14]) restaron no solamente la popularidad a Leguía y a su gobierno, sino que perdió la confianza de amplios sectores que se vieron traicionados, perdió legitimidad. Por ello se entiende la prédica nacionalista que fue utilizada para justificar el golpe de estado de 1930, y luego que fuera enarbolada como bandera para los grupos políticos que se presentarían para las elecciones de 1931.

1.3 La política interna durante el “Oncenio”

Leguíainauguró su largo mandato,el 4 de julio de 1919, con amplia popularidad, a pesar de no contar con unpartido político que lo respaldara. Problema que solucionó usando métodos muy comunes en esa época, la propaganda personal por medio de la prensa escrita y por la naciente expansión de la radio. Leguía no perdía oportunidad para poner en relevancia sus “éxitos” como gobernante, y se vio favorecido gracias a que durante su mandato coincidieron las fiestas por el Centenario de la Independencia del Perú y las fiestas por el Centenario de la batalla de Ayacucho. Leguía recibiría de sus colaboradores una serie de halagaos, quizás esto motivo en él un sentimiento de superioridad que no le permitió ser consciente de los acontecimientos que se avecinaban. Las adulaciones no le hicieron prever el descontento popular; las cuales no eran realizadas por personajes de la sociedad peruana, también extranjeros se sumaron a las mismas

Pero sería el desgaste de la imagen del gobierno provocada por la sumisión de un Congreso, a la medida del presidente, que aceptaba las continuas enmiendas a la constitución; la extrema adulación que recibía Leguía que lo alejó de la crítica realidad que lo rodeaba; y los constantes ataques contra una oposición que crecía; provocaron el rechazo mayoritario de la población. “Como todos los caudillos, su popularidad no es eterna. Es más, su personalismo exacerbado lo hace perder su prestigio demasiado pronto y no obstante haber sentado las bases para eliminar rápidamente toda oposición al renovar totalmente el Congreso, no consigue una adhesión ciega y permanente porque defrauda a las clases bajas, pues quiere gozas de los beneficios de la clase alta y no gana a ésta porque la combate sin cesar y esto lleva a la soledad final” ([15]).

Es evidente que ante los acontecimientos ya relatados Leguía se encontraba solo, había perdido la adhesión de las masas, había adquirido la repulsión de los sectores de la clase alta quienes se unirían con el Ejército como bloque opositor. Importante acotar que es el Ejercito la institución dentro de las Fuerzas Armadas que durante mucho tiempo mostraría su disconformidad con el gobierno de Leguiísta y que llevaría a cabo el golpe de estado de 1930;  “La burguesía en su conjunto hace alianza con el Ejército en el levantamiento de Sánchez Cerro en Arequipa en agosto de 1930. […] El instrumento que utilizó la clase dominante para derrocar al hombre del oncenio” ([16]). Tanto Sánchez Cerro como Víctor Raúl Haya de la Torre mostraron en sus discursos que respetarían la independencia de las instituciones y que en todo caso las reforzarían; posteriormente, la Constitución de 1933 prohibió la reelección presidencial.
Recordemos un dato mucho más importante, Leguía no creía en los partidos políticos o en organización representativa popular; antes bien, acabo con todo tipo de organización. Gran error suyo fue desmantelar el Partido Civil, del cual salió de sus filas, y que luego sería visto como un traidor. En las elecciones que se presentaría (1919, 1924 y 1929) como candidato siempre se apoyo de su figura y su popularidad conseguida y labrada, además siempre fue el candidato único; es claro que había un sentimiento de rechazo a todo tipo de representatividad. Las instituciones representativas, como el Congreso y las representaciones provinciales, estaban copadas por allegados al régimen Leguiísta. El único “partido” acreditado y con respaldo oficial era el llamado Partido Democrático Reformista, ya que “era del gobierno”, y a través del cual se difunde la ¿doctrina? de la patria nueva […] A la larga fue sólo el sustento del personalismo leguiísta, el coro necesario para rendirle pleitesía a la nueva versión de caudillo civil” ([17]). 

Durante los últimos años del gobierno de Leguía se formarían las nuevas organizaciones políticas, que al no tener un medio para poder desarrollarse, y ante la fuerte censura, se verán en la imperiosa necesidad de mantenerse en la clandestinidad. El gobierno leguiísta veía todo tipo de organización que mostraba signos de oposición a la postura oficial como una amenaza

Queda claro que la censura de Leguía fue un arma de doble filo, mantuvo la tranquilidad el tiempo en que sus fuerzas lo permitieron, pero caído el régimen las voces discordantes que ya se sentían venir se hicieron evidentes, al tener lejano el miedo a las represiones la oposición obtuvo lo que siempre quiso tener, libertad de opinión. Eso explica que ni bien caído el odiado régimen leguiísta, se originara un clima de desorden político a nivel nacional, donde ni las acciones de la Junta de Gobierno de Sánchez Cerro y las Samanez Ocampo, poco tiempo después, no pudieron frenar; sin embargo, la protesta fue el único medio de canalización por la que la población podía manifestar y hacer conocer sus necesidades más apremiantes. La aparición de los partidos políticos que se enfrentarían para las elecciones generales de 1931 propició que las masas pudieran canalizar su protesta, a la vez que simpatizaba con los partidos políticos que recogían sus anhelos y preocupaciones. Sánchez Cerro y Víctor Raúl Haya de la Torre serían los caudillos que compitieron en dichas elecciones, “la lucha electoral fue reducida así, en realidad, a esos dos caudillos. Ambos estuvieron cerca de las muchedumbres. Por primera vez se hizo uso como arma política de las facilidades del avión para estar en contacto con la ciudadanía de las distintas regiones del país” ([18]).



[1]Basadre Grohmann, Jorge. “Historia de la República del Perú: 1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 16. Pg. 156
[2]Hobsbamwm, Eric. “Historia del Siglo XX: 1914-1991” Critica Editorial. Primera edición. España. 2000. Pág. 99.

[3]Basadre Grohmann, Jorge. “Historia de la República del Perú: 1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 14. Pg. 244.
[4]Caravedo Molinari, Baltazar. “Clases, lucha, política y gobierno en el Perú (1919-1933)”  Retama Editorial. 1era edición. 1977. Pg. 35
[5]GargurevichRegal, Juan.“Historia de la prensa peruana (1594 – 1990)”.La Voz ediciones. Lima Noviembre de 1991 Tomo VIII. Pág. 131

[6]Klaren, Peter.“Nación y Sociedad en la Historia del Perú”. IEP. Lima. 2004. Pág. 314.
[7]“El obrero Textil: Órgano de la federación de trabajadores en tejidos del Perú”. Año 3, Lima, mayo de 1923, Nº 44
[8]Basadre Grohmann, Jorge. “Historia de la República del Perú: 1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 14. pág. 138.
[9]Basadre Grohmann, Jorge. “Historia de la República del Perú: 1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 14. pág. 136
[10]Belaunde, Víctor Andrés. “La Realidad Nacional”. Empresa Editora El Comercio S.A. Lima. 2005. pág. 204.
[11]Basadre Grohmann, Jorge. “Historia de la República del Perú: 1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 14. pág. 129
[12]Basadre Grohmann, Jorge. “Historia de la República del Perú: 1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 14. pág. 132
[13]La República: Órgano de la Opinión Pública Independiente del Perú. Nº 14, noveno año de la dictadura. Sin fecha - 1928.
[14]El 24 de marzo de 1922 se firmó el Tratado Salomón – Lozano entre el Perú y Colombia, en la cual el Perú cedía a Colombia el Trapecio Amazónico, permitiendo a Colombia el acceso al río Amazonas. El 3 de junio de 1929 el Perú y Chile suscriben el Tratado de Lima. Chile retiene Arica y Tacna volvía a Perú.  
[15]Guerra Martiniere, Margarita.“Historia General del Perú: La República”. Tomo VIII. Editorial Brasa S.A. Lima, 1994. pp. 125-126
[16]Baltazar Caravedo, Molinari. “Clases, lucha, política y gobierno en el Perú (1919-1933)”. Retama Editorial. 1era edición 1977. pg. 98
[17]Guerra Martiniere, Margarita.“Historia General del Perú: La República”. Tomo VIII. Editorial Brasa S.A. Lima, 1994. pág. 196 - 197
[18]Basadre Grohmann, Jorge. “Historia de la República del Perú: 1822-1933”. Empresa Editora El Comercio. Lima. 2005. Tomo 15. Pág. 143

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