viernes, 27 de marzo de 2015

Poemas sin rima, poemas subterráneos I





La caída, del marxista

Colectivista poluto, desleal no
cabe duda, dejaste solo al soldado

Aplastado con su arma y ganas
de luchar . LO MIRASTE y tu
solo haces caso a la voz inconsciente
y a esa voz de alto rango

Colectivista  ¿Te vas? ¿Lo dejas?, el soldado
grita: ¡Di todo y luché!, seré recordado
en lo profundo de tu mente egocéntrica

Destello a la vida 
No hay felicidad, solo infelicidad
con satisfacciones necesarias
la mente finge felicidad
el  ego feliz

Sonrisas formar algarabías en la vida
caen, tristeza intensa

La lucha sigue ambiguamente solo
para sobrevivir
sonrisas de miedo
la música acompañada con las drogas
son sustancias placebo de  las noches vacías.

Recorrer las putrefactas calles de la experiencia
Lo aprendido es mal usado, lo mal usado es imprescindible.

Concreto

Aquel fantasma, Aquel amor
mi mente cobra temor
Vago temor
Efímero
Vaga por un infinito destino
Aquel amor, sentimiento infinito
Noche escalofriante
Te veo amor, dime : ¡Te quiero!
- Te quiero
Solo te vi en un infinito mar de angustia
te digo
Adiós
Aquel fantasma, eras tú
Aquel amor, eras tú
Muérete.


Bueno gente soy un irresponsable y mal  escrito
espero que lo que haga sea de su agrado, gracias

Les dejo mi pagina de facebook:
https://www.facebook.com/pages/Perdido-en-un-Mundo-Paralelo/185786344839160?ref=hl

lunes, 23 de marzo de 2015

Todos algunas vez tenemos que vagar por el infierno.




Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde se abrían todos los corazones. Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié. Yo me he armado contra la justicia. Yo me he fugado. ¡Oh brujas, oh miseria, odio, mi tesoro fue confiado a vosotros! Conseguí desvanecer en mi espíritu toda esperanza humana. Sobre toda dicha, para estrangularla, salté con el ataque sordo del animal feroz. Yo llamé a los verdugos para morir mordiendo la culata de sus fusiles. Invoqué a las plagas, para sofocarme con sangre, con arena. El infortunio fue mi dios. Yo me he tendido cuan largo era en el barro. Me he secado en la ráfaga del crimen. Y le he jugado malas pasadas a la locura. Y la primavera me trajo la risa espantable del idiota. Ahora bien, recientemente, como estuviera a punto de exhalar el último ¡cuac! pensé en buscar la llave del antiguo festín, en el que acaso recobrara el apetito. Esa llave es la caridad. ¡Y tal inspiración demuestra que he soñado! "Tú seguirás siendo una hiena, etc... declara el demonio que me coronó con tan amables amapolas. "Gana la muerte con todos tus apetitos, y con tu egoísmo y con todos los pecados capitales". ¡Ah! ¡por demás los tengo! Pero, caro Satán, os conjuro a ello, ¡menos irritación en esos ojos! Y a la espera de las pocas y pequeñas cobardías que faltan, desprendo para vos, que amáis en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, unas cuantas páginas horrendas de mi carnet de condenado. 


Artur Rimbaud; Una temporada en el infierno